ADRA presenta su Memoria 2011. El
documento que recoge todas las actividades y proyectos gestionados por
la entidad durante el año pasado, convierte a la cooperación
internacional, a la educación para el desarrollo, a la acción social y a
la acción humanitaria en las protagonistas principales del documento.
jueves, 27 de septiembre de 2012
El educador que todos llevamos dentro
Siempre hemos tenido herramientas
pedagógicas para construir un mundo mejor. Revisarlas, actualizarlas y
añadir un toque de innovación son los pasos que debemos aplicar sobre
las teorías que siempre han iluminado nuestro propósito y nuestros
objetivos.
En septiembre de 1920 un joven pedagogo
ruso se adentraba en el reto definitivo de su carrera. Se alababa con
cánticos el triunfo de la revolución soviética, mientras Anton
Semiònovich Makarenko, maestro de profesión, aceptaba la tutela de una
comuna de adolescentes. Eran niños convertidos en adultos. Criados bajo
la oscura expresión de la guerra. Con esfuerzo y trabajo Makarenko
convirtió la comuna en el referente económico de la zona, gestionado
bajo los dictámenes de los propios educandos. Su innovación, alejada de
la oficial educación comunista impartida por el estado, conllevó su
triunfo. Ajeno al poderío económico, el joven maestro ruso motivó a los
adolescentes convirtiéndolos en un grupo social unido, que se educaba a
sí mismo, procurando apoyarse, ayudarse y respetarse por el bien grupal.
Dichas relaciones interpersonales originadas en la comuna, fueron su
verdadero éxito. Aquel que pasaría a la historia.
Fuera de los aspectos positivos, el
modelo también trajo consigo críticas: comunistas y occidentales. A
pesar de los errores del pedagogo, su interés por el bien social le
convirtió en uno de los grandes teóricos de las “pedagogías olvidadas”.
La barbarie originada por los estados
beligerantes de la Segunda Guerra Mundial y los conflictos desarrollados
durante la Guerra Fría, sirvieron de inspiración para otra rama
pedagógica: la Educación para la paz. Con la bandera de la No Violencia
por delante, la Educación para la Paz promueve actitudes cooperativas
entre los educandos. Potencia a los pupilos incentivándolos a participar
en actividades comunitarias con el fin de ser testigo y actor de las
cuestiones de familiares, amigos, vecinos y otros seres humanos.
La Educación en Valores pretende romper
los esquemas estigmatizados del sistema proponiendo alternativas. Uno de
los objetivos básicos de esta metodología es acabar con el
etnocentrismo, que nos convierte mentalmente, muchas veces sin saberlo,
en el ombligo de nuestro mundo. Valores, basados en la igualdad, nos
alejan de nuestras características más narcisistas. Rompemos los muros
que nos impiden ver a otros semejantes, acercándonos a su historia, a su
cultura y a su situación actual. Apoyándonos en los valores inculcados
nos volcamos en el entendimientos del otro.
Las ONGD también tenemos nuestra
herramienta. Durante más de cuarenta años hemos promovido la Educación
para el Desarrollo. Atendiendo a nuestra labor en los países periféricos
nos convertimos en denunciantes de las situaciones de vulnerabilidad.
Educamos a la sociedad de los países enriquecidos. Concienciar e
incentivar a la acción internacional han sido siempre nuestros dos
grandes objetivos.
La globalización aportó posibilidades a
todas estas ramas educativas. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de
los educadores y de la necesidad imperante de potenciar cada una de
ellas, en ocasiones dichos intentos quedaron supeditados a la nada o sus
valores fueron desgraciadamente convertidos en lo contrario por el
propio sistema. La situación actual, en un mundo donde los medios de
comunicación nos recuerdan la delicada etapa económica internacional,
debemos repensar, más que nunca, la educación que queremos. Lo haremos
por nuestros hijos, por nuestros jóvenes y por nosotros.
Es el momento de inculcar valores
basados en la igualdad, en la paz y en el desarrollo de todos los
pueblos. Debemos abrir todas nuestras ventanas y observar al mundo.
Caminar por caminos que nunca antes pisamos, reconociéndolos como
nuestros y defendiéndolos independientemente de donde se encuentren
geográficamente. Enfatizar con el otro y romper los miedos, atendiendo a
una sociedad global que lucha y se unifica por lo que desea: un mundo
en el desarrollo igualitario de todos los seres humanos.
Durante años nuestra sociedad se ha
vendado los ojos alejándose de los problemas de otras comunidades del
mundo. El sistema, la globalización y la tecnología nos acercan a
diferentes realidades dentro y fuera de nuestras fronteras. Realidades
con situaciones de vulnerabilidad y pobreza, las dos plagas actuales que
se expanden por todas las sociedades. Rompamos con nuestros sistemas
unicelulares y abramos nuestras redes. Acabemos con las plagas.
Nosotros tenemos la respuesta del mundo
en el que queremos vivir. Contamos con la experiencia que nos aporta un
marco teórico y práctico, necesario e indispensable, otorgado por los
grandes maestros de la pedagogía social. Abramos los libros, basémonos
en las pedagogías anteriormente analizadas y apliquémosle innovación.
Tenemos la práctica y la historia humana como referentes para la unión.
Años de colaboraciones sociales nos avalan para cambiar el sistema
individualizado en el que nos encontramos. Contamos con los retos: la
pobreza y la vulnerabilidad son los enemigos. Elementos a eliminar con
el apoyo de cada individuo. Lo tenemos todo, menos el mundo en el que
deseamos vivir. Un planeta caracterizado por el desarrollo, la paz y la
igualdad. Es hora de que cada mujer y hombre asuma su rol y se
conviertan, al igual que la juventud de la comuna de Makarenko, en el
educador o la educadora que llevamos dentro.
Técnico de Educación para el Desarrollo
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